Un gran equipo by Luigi Garlando

Un gran equipo by Luigi Garlando

autor:Luigi Garlando [Garlando, Luigi]
La lengua: spa
Format: epub
Tags: Novela, Infantil
editor: ePubLibre
publicado: 2006-01-01T05:00:00+00:00


Et voilà!, como diría Gaston Champignon.

Estás asistiendo al primer entrenamiento de verdad del nuevo equipo creado por el cocinero, que se ha colocado en mitad de los jardines y da órdenes con su cucharón de madera. Va tocado con su infalible gorro en forma de hongo, pero para la ocasión se ha puesto también unas zapatillas de deporte blancas y un chándal azul nuevo. Además del chándal ha comprado siete balones de cuero, que de momento siguen metidos en un saco porque, para empezar, el entrenador ha ordenado diez minutos de carrera lenta.

Tomás, como buen capitán, corre en cabeza del grupito. Para que pasen más deprisa los diez minutos se pone a charlar con sus amigos, pero renuncia después de las primeras preguntas.

Nico y Fidu no le responden siquiera. No lo hacen por mala educación, sino porque les falta resuello para contestar. Resoplan a sus espaldas como si fueran cafeteras… Es lógico, no están tan en forma como Tomi, que ha jugado toda la temporada en los Tiburones Azules.

—¡Fidu, tengo una bombona de oxígeno! —grita Pedro desde los bancos—. ¿La necesitas?

Los amigos de Pedro sueltan una carcajada.

Fidu finge que no los oye. O a lo mejor no los oye de verdad, de tan agotado como está, con los oídos zumbándole y la cara roja como un tomate. Se arrastra bajo el sol ardiente como si la cadena de plástico que lleva al cuello pesara un quintal. Y en cuanto el cocinero-entrenador silba para señalar que se han acabado los diez minutos, se desploma a cuatro patas sobre la hierba de los jardines, con la lengua fuera.

—Me siento como un soldado de la Legión después de tres días de marcha por el desierto… Veo espejismos… camellos… agua, dadme agua…

—Menos mal que el portero no tiene que correr —responde Tomi sonriendo.

—Y que yo tengo que hacer correr el balón… —dice Nico, con goterones de sudor hasta en las gafas—. Confirmado: el balón suda mucho menos que yo.

El cocinero coge una cesta llena de botellitas de agua de su floreado coche y las va pasando a sus jugadores.

Fidu se echa un poco por encima de la cabeza para refrescarse.

—No os preocupéis, chicos —dice Champignon—. Con un poco de entrenamiento os sentiréis mucho mejor. Hace falta paciencia, como en el restaurante: los mejores platos hay que cocinarlos a fuego lento.

—Yo ya estoy bien cocido… —balbucea Fidu con un bufido.

—Lo peor ya ha pasado —le consuela el entrenador—. Ahora, vayamos a la sombra a hacer unos ejercicios para desentumecer los músculos. Empezaremos por este: estirad las piernas, doblaos hacia delante y tratad de tocar con la mano derecha el pie izquierdo. Luego levantaos y haced lo contrario: mano izquierda contra la punta del pie derecho. Así…

Gaston Champignon enseña el movimiento y los tres chicos lo repiten delante de él. No es un ejercicio difícil, pero por culpa de su barriga Fidu tiene problemas para doblarse. De hecho, con las manos solo logra llegar un poco por debajo de las rodillas.

Naturalmente, la banda de Pedro no desaprovecha la ocasión para tomarle el pelo.



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